martes, 5 de octubre de 2010

SABIAS QUE?

Hay lugares emblemáticos en Bogotá, que muchos conocen, pero no se percatan de su importancia.

EL MONO DE LA PÌLA

El Mono de la Pila, una escultura en la calle 27 con carrera séptima.Todo empezó en 1583, cuando los indios lavaban ropa en los ríos San Francisco y Manzanares; la gente del servicio se bañaba en ellos y a ellos iban a parar las basuras.

Bajo esas circunstancias se promovió en la ciudad una petición a la Real Audiencia sobre la urgente necesidad de construir una especie de acueducto, que condujera el agua hasta la plaza, de donde el líquido se tomaría de una fuente.

Para financiar la obra se propuso el recaudo de un impuesto a la carne y al vino. También se pidió que, si bien debía instalarse la fuente de agua en la plaza, no debía dejarse allí la columna de piedra junto a la que se ajusticiaba a los infractores de la ley.

La respuesta a esta petición de la comunidad fue excesivamente lenta. Prácticamente un año más tarde, el Cabildo ordenó la construcción de la tan solicitada fuente en el centro de la Plaza Mayor. Situada esta en la plazoleta de San Diego, mirando al norte y dando la espalda a la iglesia colonial dedicada a San Diego de Alcalá.

Así fue como fue quitada esa columna y en su lugar, puesta la fuente de agua, a la que hicieron más tarde algunas modificaciones. De esta manera, El Mono de la Pila se convirtió en una expresión que significó la inutilidad de las demandas y querellas ante los funcionarios del Nuevo Reino y que hoy la entendemos como imposibilidad de abrir puertas o dar soluciones.

LA REBECA
La Rebeca, en la en la carrera 13 con calle 25, muy cerca de donde se encuentra hoy El Mono de la Pila.

Representa una mujer semidesnuda reclinada sobre una fuente recogiendo agua; está hecha en mármol blanco y el área de la fuente tiene 40 metros de diámetro. Se trata de la escultura de una mujer que en 1926 llegó a Bogotá a inspirar a muchos y a proteger del frío y de la soledad a indigentes y solitarios.

La Rebeca es una escultura que viajó a Bogotá desde París y tuvo como primer hogar El Centenario, uno de los más importantes parques de la ciudad, por ser concebido con motivo de los cien años del nacimiento del Libertador Simón Bolívar.

El parque Centenario fue esencial para la escultura, pues a pesar de varias modificaciones que tuvo el parque, La Rebeca fue la única obra que sobrevivió a ellas sin tener ningún daño.

En 1950 se abrió la avenida 26 y quedó dividida en dos. Cinco años después se construyó una glorieta en la misma avenida, obra que obligó a que varias esculturas del parque fueran trasladadas al parque Nacional y a otros sitios de la ciudad. La única que no se fue desterrada de ese lugar fue ella, La Rebeca.

La Rebeca fue elaborada en París por el escultor, oriundo de Armenia, Hernando Henao Buriticá. Por esta razón ella es considerada como una escultura franco - quindiana.

“La Rebeca busca ser perfecta, es inexpresiva, un ser no terrenal, es un monumento multifacético que ha suscitado polémica desde su nacimiento, porque fue la primera mujer desnuda en el espacio público, además de la primera escultura no heroica que se ubica en una de las principales avenidas de Bogotá.

Por otro lado, los católicos la catalogaron como la representación de su Rebeca, esa mujer atenta y aguerrida que fue escogida por los siervos de Abraham como esposa de Isaac por ser la primera mujer que al pasar cerca de la fuente les ofrecía agua.

Pero una de las representaciones más importantes y significativas fueron las de las clases populares. A ella, a la mujer blanca y desnuda, la creían la mujer de los chistes, la mujer de la calle, la mujer que divierte.

“Para los indigentes bogotanos La Rebeca no es una escultura, es una amiga y hasta una compañera, aunque no faltó nunca el personaje que quiso acabar con ella como en una ocasión que alguien le rompió la nariz”, asegura un transeúnte del centro de la ciudad.

Amor, lealtad, generosidad y transparencia son valores representados en la escultura; sin embargo, La Rebeca es por excelencia el símbolo de la fertilidad, por eso es caracterizada en una fuente de agua.

Esta escultura integrada a la ciudad, hace parte de nuestra historia, de la permanencia a pesar de las dificultades, es una mujer paradigmática y polivalente que hace parte de la memoria colectiva de nuestra ciudad.
EL CHORRO DE QUEVEDO

La plazoleta del Chorro de Quevedo, en la calle 13 con carrera 2. Es una pequeña plaza, muy transitada por jóvenes estudiantes y amantes de lo bohemio.

Se presume que esta plaza, en pleno corazón de la Candelaria, ha sido testigo y protagonista de importantes hechos. Es el caso de la fundación de Bogotá, cuando en 1538 Gonzalo Jiménez de Quesada decidió establecer en este lugar el primer caserío que tuvo la ciudad y que se convertiría en el principio de lo que hoy es la capital del país, que alberga aproximadamente a ocho millones de habitantes.

En 1832 uno de los padres de la comunidad Agustina, de apellido Quevedo, construyó una fuente para abastecer de agua a los capitalinos de la zona. Fue así como en señal de agradecimiento la comunidad la llamó 'El Chorro de Quevedo', pues la obra benefició mucho a los habitantes, gracias a que la ciudad no contaba con infraestructuras de acueducto.

En la actualidad, el Chorro permanece casi intacto, gracias a que las obras y reformas urbanísticas lideradas para el mejoramiento y la modernización del corazón de
Bogotá no la han tocado.

A unos cuantos pasos de la pileta central hay un corredor empedrado; en él proliferan cafés, salones de postres, bares y una que otra tienda en la que aún se produce y vende la típica 'Chicha' y miel.

La plaza del Chorro de Quevedo se distingue por sus calles empedradas y estrechas, donde se aprecian balcones y fachada antiguas, con un ambiente colonial.

En realidad, la evidencia encontrada confirmando o negando que esta plaza haya sido el lugar de fundación de la ciudad es muy escasa. Sin embargo, es innegable admitir que se ha consolidado como un ícono de la cultura capitalina.