martes, 12 de julio de 2011

"Es dulce y decoroso morir por la patria"



No fue sino en 1850 que se planteó por primera vez levantar un monumento en la Huerta de Jaime. En ese entonces la Provincia de Bogotá, por medio de su Cámara de Diputados, expidió el 23 de octubre la ordenanza 112, “sobre honores á la memoria de los mártires de la Independencia”. Considerando que la Huerta de Jaime había sido uno de los escenarios donde se había efectuado la represión del “Régimen del Terror”, se declaró que de ahora en adelante la plaza dejaría de ser “de Jaime”, para ser la “Plaza de los Mártires”. El artículo segundo de la ordenanza especificaba cómo debía ser el monumento:

“En el centro de la Plaza de los Mártires se levantará una modesta columna de piedra de sillería, en la cual se inscribirán los nombres de los Próceres de consagración pública que allí murieron sacrificados por su amor á la Independencia de América, y á continuación la siguiente inscripción:
La Provincia de Bogotá honra su Memoria”

Sin embargo, esta ordenanza no se cumplió, y no fue sino hasta inicios de la década de 1870 que el proyecto del monumento volvió a ser de interés. Establecida ya que la fecha de la Independencia Nacional sería el 20 de julio, la Municipalidad de Bogotá promovió un acuerdo donde se autorizaba a la Comisión del Aniversario Nacional para la construcción del obelisco. Fue precisamente el 20 de julio de 1872 que el presidente de la República Manuel Murillo Toro colocó la primera piedra, en medio una procesión solemne que partió de la Plaza de Bolívar y que incluía cuerpos militares, música, la presencia de funcionarios públicos y eclesiásticos, junto con una gran concurrencia de todas las clases sociales.

A inicios de 1880 el monumento estaba concluido, y el 4 de marzo de ese año fue inaugurado solemnemente por el presidente Julián Trujillo, mientras se entonaba “un himno cantado por mil niños de uno y otro sexo de las escuelas oficiales y para el cual se inspiró el profesor Sindici”. Recordemos que fue Sindici el que le dio letra a nuestro himno nacional.

El monumento original consistía en un obelisco compuesto de una aguja de 17 metros de alto que descansaba en un “dado” labrado. El conjunto estaba apoyado en una base amplia de piedra, que inicialmente también servía de base para 4 esculturas alegóricas de 2 metros cada una, ubicadas en los ángulos del monumento, y que representaban a la Libertad, la Gloria, la Paz y la Justicia. Al mismo tiempo, se grabaron en placas de mármol los nombres de los principales mártires que murieron entre 1816 y 1819 –aunque no todos los nombrados fueron fusilados en la Huerta-, colocando en espacios de honor los nombres de Policarpa Salavarrieta, Camilo Torres, Francisco José de Caldas y Antonio Baraya. También se ubicó en uno de los lados de la aguja la siguiente frase del poeta romano Horacio: “Dulce et decorum est pro Patria mori”, que significa “Dulce y honroso es morir por la Patria”.

Según José Caicedo Rojas, uno de los primeros en publicar una reseña del monumento en la revista de entonces llamada “El Repertorio Colombiano”, el artista que elaboró el monumento era un italiano de apellido Lambardi. En la misma reseña Caicedo Rojas resalta dos cosas: la concurrencia “desde los hombres de alta posición, desde los prelados y extranjeros, hasta el artesano y el estudiante”, que visitaban el entonces tercer monumento público existente en Bogotá –los otros dos eran las estatuas de Bolívar y Santander-; y el atractivo que ejercía “en un ámbito tan espacioso como el de la plaza de los Mártires, que no está formada ó rodeada por grandes y altos edificios, y que se halla situada en las afueras de la ciudad con vista al amplio horizonte de la sabana”.

También le parecieron muy acertadas las estatuas, que consideraba “bellas, no sólo por su estructura y corrección (…) sino también por la gracia en las actitudes y expresión y vida que el artista ha sabido darles felizmente”. El monumento permaneció hasta inicios del siglo XX, cuando se terminaron las obras de ornato y algunos jardines, y al conjunto espacial se agregó la Iglesia del Voto Nacional, edificada como un símbolo de paz y de concordia entre los colombianos después de la última guerra civil. Así, el pasado, trágico pero glorioso, representado en el monumento a los mártires de la Independencia, se unía con el voto de unión que buscaba la paz de los colombianos a partir de la consagración al Sagrado Corazón de Jesús. El sacrificio por la Libertad, la Gloria, la Justicia y la Paz, debía dar de una vez por todas, los frutos de la unión entre todos los colombianos.

El crecimiento de la ciudad hacia el occidente favoreció la conservación del monumento, aunque éste sufrió modificaciones. Para 1938, cuando la capital conmemoraba sus 400 años de fundación se señalaba que las estatuas alegóricas habían sido removidas y trasladadas al entonces pueblo de Bosa, “y en su reemplazo se colocaron cuatro candelabros de piedra, con figuras de animales y de tamaño desproporcionado”. Después tales candelabros también se desmontaron.

La posterior transformación de la ciudad afectó al monumento. El detrimento de las condiciones del lugar y los problemas sociales que aquejan a la localidad en general hicieron cierta mella en el monumento en particular, que se veía descuidado, sucio, poco atractivo a la vista. Tanto es así, que aún hoy en las guías turísticas de Bogotá no se recomiendan como lugares para ver ni el Monumento de los Mártires ni la Iglesia del Voto Nacional, que representan momentos importantes de nuestra vida republicana. Se espera que la restauración llevada a cabo durante este año por parte de la Alcaldía Local y el Ministerio de Cultura, e inaugurada solemnemente en diciembre de 2008, pueda darle un respiro de solemnidad, pero al mismo tiempo de familiaridad al espacio. Así que tengamos en cuenta una vez más, lo que dijo Caicedo Rojas en 1880, quien esperaba “que el nuevo y costoso monumento no venga á ser un inri de nuestra desidia y abandono”.

1 comentario:

  1. Buen dia y cordial saludo, estoy en el desarrollo de un proyecto para la localidad de los martires, y para una de sus secciones tus palabras sobre el monumento de los martires me parecen mas que acertadas para hacerlas publicas en esta edicion.

    Quisiera asi contar con tu autorizacion para su publicacion en la edicion de la revista.

    Mi correo es jezick@gmail.com, atenta a tus comentarios.

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